martes, 28 de octubre de 2014

CAPITVLVM SECVNDUM.

FAMILA ROMANA.


Si queremos caracterizar a la familia romana no debemos fijarnos en las semejanzas con una familia actual, sino en las diferencias que existen entre ambas.
 La familia romana la integraban no sólo las personas ligadas por vínculos de sangre, sino también todos aquellos que mantenían una relación de dependencia con el pater familias, es decir consideraban a los esclavos componentes de la familia. Una familia romana, por tanto, era mucho más amplia que una familia actual y podía estar formada por cientos de personas.
El pater familias era el hombre que no dependía de nadie y del que todos dependían. Era el dueño legal del hogar y de todos sus miembros, era el que trabajaba para sostener la casa y tomaba las armas en caso necesario para defenderla y por tanto era la pieza sobre la que giraba toda la familia. Es la máxima autoridad familiar gracias a la Patria Potestad que dispone, por la cual él es la ley dentro de la familia y todos los demás miembros deben obediencia a sus decisiones. Los romanos consideraban esta Patria Potestad algo sagrado. Esta otorgaba al pater familias la decisión de que un individuo permaneciera o formara parte de la familia, en el nacimiento de un hijo se consideraba más importante la acogida por parte del pater familias que el hecho de haber nacido. La esposa al igual que los demás componentes de la familia romana estaba supeditada a su marido, este podía castigarla incluso con la muerte en el caso de faltas graves (infidelidad). Tenía el poder para vender a sus hijos como esclavos; la ley romana decía, sin embargo, que si un hijo era vendido como un esclavo tres veces, dejaba de estar sujeto a la patria potestas. El páter familias tiene el poder de aprobar o rechazar matrimonios de sus hijos e hijas. Con los esclavos ocurría prácticamente lo mismo, sin embargo un esclavo podía convertirse  en un ciudadano libre, si era liberado por el  pater familias. En algunas ocasiones la relación entre los esclavos y el pater familias era tan buena que estos no se marchaban una vez obtenida la libertad al considerarse integrados en esa familia.
En una familia romana no es necesario ser hijo de sangre, se podían adoptar hijos que pasaban a formar parte de la familia legalmente, eso sí, siempre con la aceptación del pater familias.
 Sin embargo la composición de las familias de hoy en día es diferente, en la domus habitan, en general, los padres e hijos. La patria potestas la comparten ambos padres y los hijos y esposas tienen libertad absoluta. No poseemos esclavos en los que su vida dependa de nosotros ni tampoco se decide nuestra vida al nacer.
Por los textos que he leído y la información que he obtenido la familia romana puede parecerse hoy en día a una familia mafiosa.

Según el texto de Ovidio, Metamorfósis 9,669-684, Ligdo un hombre de la plebe con derecho a la ciudadanía, con cierto patrimonio y procedente del reino de Cnosos iba a ser padre y su ilusión por que fuera varón era inmensa, pues una mujer no podría darle el honor que  le daría un varón, ya que estas siempre estarían supeditadas a otras personas, en cambio un varón podría formar su familia ejerciendo la patria potestas.  Ligdo en el caso de que naciera niña podría ordenar su muerte, pues poseía la patria postestas al ser el pater familias, derecho que muy a mi pesar otorgaba gran importancia a los hombres, nadie ni si quiera unos padres pueden decidir sobre la vida de una persona y más aún si es hijo tuyo, en la actualidad no existen casos en los que se decida sobre la vida o la muerte en el nacimiento pero sí existe el derecho, en ciertas culturas, de tener bajo tu mandato a las mujeres y a los hijos/as.
Ligdo deseaba dos cosas a su mujer Teletusa, que diera a luz sin dolor y que fuera un varón. La esposa de Ligdo finalmente dio a luz a una niña, “Ligdo manteniendo firme su decisión de matar a la niña, la cogió y la pequeña le miró, en ese momento se produjo una conexión entre ambos que para Ligdo la decisión de matarla desapareció completamente de su mente”.

El texto de Horacio, Sátiras 1,6,65-78.89.93-96, nos presenta a Horacio, un joven educado, respetuoso, honrado, a quien no se le puede acusar por ser avaro, mezquino o de ir de burles, con una vida pura e inocente y de quien tiene por ejemplo y a quién acusa de implantarle estos valores a su padre.  Yo también puedo decir que gracias a mis padres sois como soy, y poseo la mejor educación, honesta, respetuosa, educada, así me han enseñado a ser. La escuela de Flavio a la que el padre de Horacio no quiso llevarle, asistían niños de buena posición económica con “cartera y tablilla bajo el brazo izquierdo” como dice Horacio. Las tablillas eran los cuadernos que se utilizaban para escribir, recubiertas de cera sirvieron en Grecia y Roma sobre todo para fines literarios (como borradores). Las había de una sola hoja y con un asa para colgarlas, pero generalmente eran dos (dúplex o díptico), tres (codex triplex o tríptico), cinco o incluso más. La ventaja de poder borrarse explicaría su uso tan frecuente. De esta época se han encontrado varias como las descubiertas en las minas de oro de Alburnus Maior Vicus Pirustarum, en Transilvania o en la casa del banquero Lucius Caecilius Lucundus en Pompeya.

El padre de Horacio prefirió llevarle a Roma para que emprendiera carrera como senador o cualquier ámbito político, para que aprendiera como era la vida en una gran ciudad y de ahí sacara su propia enseñanza. Horacio se siente orgulloso de sus padres y no tiene queja absoluta de ellos. Si Natura ordenara a partir de un número de años rehacer el camino del tiempo vivido quizás en muchas ocasiones me hubiera planteado otras alternativas y no hacer lo primero que se me viniera a la mente, pero en ningún momento culpo de ello a mis padres, porque a ellos no los cambiaría jamás.

1 comentario:

  1. Buen trabajo, Celia. Tan sólo la última parte está un poco más floja: mezclas diferentes apartados (el comentario de la sátira de Horacio con la parte sobre los libros...) y no quedan respondidas algunas de las cuestiones que se planteaban al hilo de la sátira.

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